Ojos de niña curiosa


«Ojos de niña curiosa» es la columna que hoy, gracias a los amigos de El Nuevo Diario y la anuencia de ustedes, me dispongo a escribir cada semana. El nombre expresa una tierna metáfora de los deseos que orientaron mis estudios de ingeniera química en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, así como la actitud con la que hoy me dispongo a abordar diferentes temas cotidianos y políticos, con la voluntad de ver en el bienestar de la colectividad el mío propio; mejor reconocimiento no podría hacerle a mi familia, a mi partido y a mi querida Guáyiga.

Terminada mi carrera, mi pasión por la ciencia y la educación tuvieron continuidad en la creación de un centro educativo enfocado en la ciencia y los idiomas, y en la asesoría del sector de gestión integral de residuos y desechos, ya que también me especialicé en el tema. Ambas cosas satisfacían una necesidad interior: responder al reto de ser madre de cuatro niños, y al mismo tiempo, compañera y dirigente política. ¿Se imaginan tal aspiración para una mujer tan joven?

La metáfora que guía estos ojos, garantizará que abordemos la mayoría de los problemas que nos aquejan a los dominicanos, desde diferentes ópticas y sin prejuicios. Prometo no ser una columnista más, pues no hablaré de temas que escapan a mi pericia; y si alguien desea saber cómo las niñas de origen humilde deben educarse frente a una sociedad tan adversa, o si se me quieren acompañar a explorar cómo funciona la química y la gestión de los desechos, en ambas cosas podemos compartir. Les pediré, eso sí, que sean flexibles conmigo, pues a pesar de lo mucho que me gusta comunicar, no soy una periodista o columnista experta.

Una primera curiosidad que quiero compartir con ustedes tiene que ver con la comparecencia ante el Congreso Nacional del señor presidente de la República, Luis Abinader, el pasado 27 de febrero. Para mí el momento más esperanzador del discurso fue cuando enfatizó que para junio de este año, el 80 % de nuestro país estaría vacunado, permitiéndonos volver a la normalidad. De lograrse esto, sería una victoria importante para el Gobierno, que ha invertido miles de millones de pesos y, sobre todo, el ingente esfuerzo del sector salud, representados en los médicos y enfermeras, por mantener el país a flote, y cuyo mayor reto para la segunda mitad de su mandato será devolver a los dominicanos las esperanzas perdidas en este año de pandemia. Representa un reto, por el hecho de que a pesar de que contrajo compromisos con mucho tiempo de antelación para acceder a más de 18 millones de dosis de la vacuna con diferentes empresas farmacéuticas, estas han presentado atrasos fruto de «la falta de solidaridad de los países poderosos».

En mi experiencia, he visto que a pesar de que la mayoría concuerda con la necesidad de vacunarse, advierten ciertas dudas a la hora de responder la pregunta ¿Te vas a vacunar? El hecho de que en pleno siglo 21 esta pregunta no tenga una respuesta certera, advirtió en mi, que no basta solo con la gran confianza generada en la población por este gobierno en los últimos meses, sino que necesitará de que todos ejerzamos el liderazgo que tenemos en nuestras juventudes partidarias para echarles ganas y lograr que 80% de los dominicanos logren estar vacunados.

Eso coloca una gran responsabilidad en los hombros de nosotros jóvenes, solamente equiparado a la que tuvieron nuestros padres fundadores al devolver la libertad a nuestro país y fundar nuestra nación, pues al igual que un pueblo que no tiene identidad, un pueblo sin salud no puede ser libre. Pero ¿de dónde viene este miedo? Y es que no hay duda, de que el desarrollo en tiempo récord de la vacuna para el COVID-19, genera cierto grado de incredulidad, espacio que es aprovechado por “expertos en conspiraciones” y movimientos antivacunas para sembrar la semilla de su opinión.

El miedo a los efectos secundario que traen consigo todas las medicinas (y hasta la vida misma), apoyado en la duda generada por la mala fama de algunos laboratorios y las farmacéuticas, por como estas se nutren de la necesidad que tenemos de sus servicios, terminan estableciendo en la población esa chispita que se convierte en duda razonable.

Esta, debería disiparse si contrastamos el hecho, de que en la actualidad las accidentes de tránsito son la principal causa de mortalidad en el mundo con el hecho de que a pesar de que más de 37 millones de personas se han vacunado en el planeta menos de 200 han muerto después de administrarle la vacuna y de esos, alrededor de 180 aún no se confirman.

Lo que quiero establecer, es que estadísticamente, conducir un vehículo es una actividad más peligrosa que vacunarse y aun viviendo en un país catalogado por la Organización Panamericana de la Salud como el número 2 de 183, en muertes por accidentes de tránsito, no renunciamos a utilizar nuestros automóviles, más bien nos aventuramos día a día, a la peligrosa aventura de conducir, acompañados, muchas veces de nuestros seres queridos, a sabiendas de que los “efectos secundarios” de esa actividad, podrían dejarnos parapléjicos y hasta matarnos.

Como ciudadana dominicana, un país que en los últimos 20 años ha sido impactado por tantas dificultades referentes a su sistema de salud, puedo entender claramente las dudas que tienen algunos de vacunarse. Pero como profesional formada en ciencias, sé que los efectos secundarios que podrían resultar de ella son insignificantes cuando se comparan con sus beneficios. Lo que sí debemos exigir a un gobierno que ha demostrado que escucha, es que nos de lo mejor, eso implica que el plan de vacunación lleve consigo una estrategia de implementación eficiente, con alto controles de calidad, lo que nos permitirá emular los resultados de países como Israel, que hasta hoy es el mejor ejemplo de inmunización de su población. A propósito del mes de la patria, hago un llamado a los jóvenes, ayudemos a nuestros envejecientes, esos que han sido los grandes objetivos del virus, especialmente esos que sabemos que no tienen quien los cuide, y que hagamos posible que lleguen a los centros de vacunación.

Pero al margen de todo esto, ya sea por contribuir a mejorar el sistema de salud de nuestro país, por beneficio propio, por el amor que le tienes a tu familia, porque amas ser dominicano, dominicana, o por mero sentido común, por favor, vacúnate y vacuna a los tuyos. ¿Qué si es posible lograr la meta presidencial en tan corto tiempo? Claro, en esa batalla estaremos todos.

Kimberly Taveras Duarte, M. C.

www.kimberlytaveras.com